De opinión

Oliendo donde guisan

Por Néstor Estévez

“Oliendo donde guisan” es una de esas expresiones muy bien fundamentadas del saber popular.
“Pasar con ficha” tiene un significado muy parecido. Tanto una frase como la otra hacen alusión a las consecuencias para quienes se dejan llevar por distracciones.

Cualquiera de las dos puede ocurrirles a muchos poblados de la Línea Noroeste si no “se ponen las pilas”.
Quienes han vivido más de siete décadas o quienes suelen hurgar en la historia reciente conocen sobre los tiempos de esplendor de la zona.

Hay registros relacionados con la incidencia de la Grenada Company, cuando la Línea Noroeste se convirtió en una especie de “mina de oro”, cuando recibió migrantes de los más diversos puntos del país.

Quienes desconocen sobre ello, principalmente las nuevas generaciones, se asombran al escuchar que Montecristi llegó a contar con representaciones consulares de algunas naciones.

Como es sabido, eso solo queda como estampa. De hecho, la Línea Noroeste tiene dos de las cinco provincias dominicanas que, según las últimas cifras divulgadas, registran decrecimiento poblacional: Montecristi y Santiago Rodríguez.

Por fortuna, ahora se siente un renacer que promete una nueva temporada, con mayores y mejores oportunidades para dinamizar la economía, así como para mejorar la calidad de vida en una zona que durante mucho tiempo ha clamado por más atención.

Una de las primeras visitas del presidente Abinader, hace unos dos años, fue precisamente a Manzanillo, lugar emblemático de la Línea Noroeste. Aquella visita renovó la esperanza con el anuncio de que empresarios dominicanos y extranjeros estaban interesados en invertir en la zona.

A la visita del presidente ha continuado el seguimiento. Incluso, da la impresión de que todo marcha “viento en popa”. Se había anunciado que el gobierno recibiría en diciembre el borrador del Máster Plan de Desarrollo del proyecto de Manzanillo.

Sin embargo, ya se realizó una reunión para presentar el primer borrador, con la buena nueva de que se trata del “Máster Plan de Desarrollo del Puerto de Manzanillo y la zona Noroeste”.

El propio ministro de la Presidencia, Joel Santos, explicó que “la ejecución del plan no solo impactará a Manzanillo, sino a toda la región Noroeste, ya que se trata de un paso hacia delante desde el punto de vista de desarrollo para República Dominicana”.

Con la agilidad con la que todo va avanzando, sumada a la velocidad de los cambios en el mundo actual, se impone la activa participación de las fuerzas vivas de la región.

Harto sabido es que hay quienes destacan por su capacidad para prever (y casi adivinar) las oportunidades. Hay quienes refieren la importancia de ver antes, como modo de poder prepararse para obtener el mejor provecho.

Rehabilitar un puerto como el de Manzanillo, con las características aludidas por conocedores de la materia, convertiría a la región en una verdadera mina de oportunidades.

¿Para quienes serán esas oportunidades? No habría que ser adivino para responder que serán para quien alcance a ver primero y tenga la capacidad para aprovecharlas.

Está muy bien confiar en la buena voluntad de quienes gestionan el proceso, pero estaría mucho mejor contar con reales articulaciones territoriales para que las oportunidades que ha de generar Manzanillo repercutan en real mejoría de vida en la región, por demás, con criterio de sustentabilidad.

Aunque se ha hecho bastante tarde, quizás haya tiempo para que desde la más grande hasta la más mínima representación de fuerza viva alcance a ver y logre articularse de cara al referido plan.

De lo contrario, solo quedaría oportunidad para lamentarse por “pasar con ficha”, con la lamentable sensación de quedarse “oliendo donde guisan”.

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