El pago de la libertad: un peaje a la luz de todos
Muchos de los nacionales haitianos que ven en República Dominicana el Este de sus sueños, migran al territorio colindante dividido por un riachuelo de nombre Masacre, en busca de una mejor vida para sus familias y porqué no, para sí mismos.
La historia cuenta que para el mes de octubre del 1937, soldados dominicanos amontonaban los cadáveres de una matanza a la que llamaron “ Masacre” del Perejil” hecho que al tirano Leónidas Trujillo le salió muy costosa.
Cómo costoso sale a muchos de los haitianos que deciden probar vida en ese país caribeño de sobre nombre Quisqueya, allí las fuentes de trabajo son múltiples y van desde la mano de obra en construcción, porteros en proyectos de condominios, choferes de transporte público de pasajeros, vendedores ambulantes, chef de cocina en restaurantes de hoteles, y hasta profesores de inglés, entre tantos otros oficios que permite un ingreso a esas familias, que mensualmente abultan los envíos de remeses a ese país al occidente de Republica Dominicana.
Datos económicos revelan que a enero de este año, revela que desde Quisqueya se enviaron remesas por un valor total de US$ 58,8 millones, siendo Haití el principal destino de las remesas salientes.
Era la tarde de un sábado de quincena del mes de Julio del presente año, cuando Rufinn que se desempeña en el área de la construcción como ayudante de obra, salía de la jornada hacia su casa, y después de 15 días de duro trabajo, esperaba con ansias el pago de su quincena.
Un empleado de la compañía para la que laboraba Ruffin, lo subió en la camioneta para que no caminara tantas esquinas, dejándolo a unos escasos metros de la parada de autobús que llevaría al humilde trabajador haitiano. Eran las 6 y media de la tarde de ese sábado, cuando el ayudante supervisor recibió una nota de voz en la que el ayudante de construcción le explicaba como miembros de la Dirección de Migración lo despojaron de 10,000 mil pesos dominicanos un equivalente a unos US$190 dólares aproximadamente en ese momento.
Cuando se disponía a subir al bus de transporte, unos oficiales de migración, ubicados estratégicamente en intersecciones importantes de la ciudad de Santo Domingo donde existe un interesante auge de obra gris. Ruffin fue interceptado por dos individuos armados que después de pasear por otras calles en busca de ciudadanos Haitianos ilegales, se acercaron a el negociando un pago por su libertad.
¡No tenía opción ¡ dice Ruffin, era enviarme de vuelta a Haití, o pagar 5, 000 pesos (US$100 o US$100) para soltarme, y que crees? Pregunta, le respondí que hiciste, me respondió o “no me ves aquí” tras expresar con pena “papa es el plecio que debo paga, no quiero volve a Haiti”, dijo.
El pago de esa la libertad, tiene un precio muy alto, podemos pensar que, hasta físico, por lo que implica el desplazarse con pasos silenciosos cada madrugada entre calles, y elevados, evitando que un camión del cuerpo especializado los intercepte y los aprese.
A dos esquinas de donde Rutfin pagó el precio de su libertad, y a la luz de todos, otro equipo del mismo órgano, que andaba en labores migratorias, volvió a retener minutos después al humilde trabajador del cemento y la arena.
Macckenso quien se levanta día a día a buscar el diario (para resolve), siempre tiene pendiente que en algún momento en su ir y venir agentes de migración lo detendrán, y cuenta que si alcanza a verlos, mejor cambia de camino, o si es detenido, dice que no entregará un peso, a esos indolentes, mejor prefiere que lo envíen a su país, antes que le roben lo que con tanto esfuerzo ganó.
Con una bebe de pocos años, y una esposa que mantener, más el pago de la renta, hacen que el joven de apenas 31 años tenga que buscar de todas formas como cubrir las necesidades básicas del hogar.
Macckenso es terminador, coloca pisos de porcelana, hace todo tipo de trabajos en la construcción, es además un preocupado de la situación de su país, de la que nos cuenta que no entiende la cúpula haitiana, porque no piensa en los pobres.
Dice que no se siente mal con las deportaciones, pero siempre y cuando sean justas. En su caso, nos explica que no es necesario que las autoridades dominicanas tengan tanto tiempo con los documentos de su familia y pasados 6 meses no tenga respuesta de la situación migratoria, si me voy o me quedo.
“Prefiero que me manden pa Haití” y después averiguó como vuelvo para acá, refiriéndose a Republica Dominicana.
El ciudadano haitiano relata que a pesar de todo tienen trabajo y los ingenieros siempre le llaman para hacer trabajitos, “tengo mucho y a veces poco un trabajo, tengo vecinos y amistades dominicanas que siempre juegan y hablamos de muchas cosas, “no nos llevamos mal”, por lo general son gente buena y no me maltratan.
Piensa que debe llegarse a un acuerdo entre las autoridades de migración y los ciudadanos ilegales, a fin de buscar una salida que convenga a todos, “a nosotros no nos conviene, allá (Haití) con esa situación no podremos avanzar, ni ayudar a nuestras familias, por lo menos de aquí enviamos algún dinerito para resolver cosas, dice, por lo que espera se resuelva el tema de la documentación de su caso que es el mismo de muchos que han depositado sus expedientes.
Migración RD
El órgano encargado de regular la migración en República Dominicana anunció que continuara las deportaciones de todos los ciudadanos extranjeros que se encuentran de manera ilegal en ese país caribeño, y aclara que siempre respetando los derechos humanos de cada uno.
En las paginas de los portales digitales de medios de comunicación puede leerse las que apresan la intención de cumplir la ley.
El cobro de peajes a los ciudadanos ilegales en el país no es una practica de ahora, y eso lo saben los venezolanos, haitianos y de otras nacionalidades, quienes han pagado el precio de la libertad.
En el caso haitiano, algunos llevan esperando meses para la entrega de una documentación que les permita trabajar y transitar libremente por las calles de ese país, pero mientras esperan, tienen que ocultarse ante la realidad de ser deportados a su país de origen, país que se encuentra ante una eventual guerra civil que no garantiza la supervivencia de ningún ciudadano con planes trabajo y progreso para sus familias.