Perla: cuando el dolor de una madre nos duele a todas

Por Wendy Carrasco
Al escuchar el clamor de una madre que exige justicia por la muerte de su hija Perla Jokasta Santos Pacheco, una joven de apenas 19 años, resulta imposible permanecer indiferentes. Su llanto no es solo un testimonio personal, es el reflejo de un dolor que atraviesa a toda una sociedad. La vida de Perla fue arrebatada de la forma más cruel: de un disparo en la cabeza, en el sector Las Ciénagas.
Perla no era solo una hija. Según relata su madre, aun siendo menor de edad asumió responsabilidades que hablan de su grandeza humana: fue apoyo constante para su hermano de 27 años, quien al parecer presenta una condición especial, ayudándolo en sus tareas diarias. Era una joven estudiosa, graduada de bachillerato, con el sueño de estudiar leyes criminalistas. Qué ironía tan dolorosa que una vida orientada hacia la justicia haya sido apagada de manera tan violenta y criminal.
Este no es un caso aislado ni un simple titular. Muchas madres dominicanas tenemos una hija como Perla, y por eso exigimos justicia. Como madre de dos hijas, me resulta imposible no imaginarme en el lugar de esta mujer que hoy llora desconsolada, mientras el sistema social demuestra, una vez más, su incapacidad para garantizar la seguridad de nuestros hijos.
Es momento de asumir responsabilidades. Policía Nacional, cuerpos castrenses, Procuraduría General de la República y señor presidente: la ciudadanía necesita respuestas claras y acciones firmes. Existen caminos para cambiar esta realidad, a través de programas sociales, culturales y deportivos, del fortalecimiento de los valores, del respeto y de la fe en Dios, en lugar de seguir permitiendo que la corrupción, las drogas y los vicios sigan deteriorando el tejido social.
La muerte de Perla Jokasta Santos Pacheco no puede quedar en el silencio. Se ha mencionado la posible implicación de un supuesto mayor del Ejército, lo que obliga a una investigación transparente y sin privilegios. La sociedad dominicana merece justicia. Que pague quien tenga que pagar.
Perla no era una estadística.
Era una hija, un sueño y una esperanza.
Porque cuando asesinan a una hija, nos duelen a todas.



