Como una vellonera
Por Néstor Estévez
Aunque las actuales generaciones deben tener muy poca referencia sobre la vellonera, hasta hace unas tres décadas todavía era muy común encontrar ese equipo en muchos lugares.
Se trataba de una especie de caja de música tipo tocadiscos que funcionaba al introducir monedas por una ranura y escoger lo que sonaría de su limitado repertorio. Cuentan que su nombre llegó a República Dominicana desde Puerto Rico, como derivado del vellón (moneda de cinco centavos de dólar) que se usaba en esas máquinas en sus principios.
Ocurre que ahora, aunque es muy raro encontrarse con una vellonera, sí es muy común que alguien escoja los temas que suelen “poner contenido” a nuestras conversaciones. Visto así, sin que reparemos en ello, estamos funcionando como si fuésemos velloneras.
Maxwell McCombs y Donald Shaw publicaron sobre el tema en 1972. Ellos lo llamaron agenda-setting (establecimiento de la agenda). Esos estudiosos plantearon que los medios de comunicación no solo informan al público sobre lo que está ocurriendo, sino que también influyen en la importancia que el público atribuye a ciertos temas.
Dicho en pocas palabras, los medios de comunicación configuran la “agenda” pública al destacar ciertos asuntos y dejarlos en primer plano, lo que a su vez hace que estos temas parezcan más relevantes para la audiencia.
Hay quienes defienden que, con la llegada de internet, se ha democratizado la información. Realmente, aunque se ha dado esa impresión, lo que ocurre es que ahora hay más gente creyendo usar los medios, pero sin saber lo que tiene entre manos.
Para su estudio, McCombs y Shaw analizaron lo ocurrido durante la campaña presidencial de 1968 en Chapel Hill, Carolina del Norte, en Estados Unidos. Ellos encontraron que los contenidos destacados en los medios de comunicación estaban estrechamente relacionados con los temas que los votantes percibían como más importantes. Ese estudio estableció la base de lo que se convertiría en una de las teorías más influyentes en la investigación sobre medios y comunicación.
Hoy, con la proliferación de los medios digitales y las redes sociales, el proceso de agenda-setting ha evolucionado. Hoy en día, no solo los medios tradicionales, como la televisión y los periódicos, configuran la agenda, sino también una amplia gama de plataformas en línea que permiten una mayor participación del público, aunque no sepa lo que “tiene entre manos”, en la creación y difusión de contenido.
Ahora existe el denominado “priming”, mediante el cual los medios preparan al público para interpretar los eventos y problemas de una manera particular, influenciando la forma en que los espectadores evalúan a quienes deciden y a sus decisiones. También se ha integrado el llamado “framing”, referido a la manera en que los medios presentan un tema, influenciando no solo lo que las personas piensan sobre el mismo, sino también cómo lo piensan.
En la era digital, las modalidades de agenda-setting también incluyen la personalización de la información a través de algoritmos que crean “burbujas de filtro”, lo que puede llevar a que los usuarios solo vean información que refuerza sus creencias existentes, limitando la exposición a una agenda diversa. Este fenómeno ha intensificado la polarización y ha introducido nuevas dinámicas en cómo se configura la agenda pública.
Eso explica que, ante la inauguración del actual período de Gobierno, por ejemplo, es mucha la gente que se entretiene con aspectos como: el precio del bolso usado por la primera dama, la que más elegante se vio de las tres hijas del presidente, si el Rey de España violó el protocolo o si actuó con apego al suyo, si la juramentación debió ser en el Teatro Nacional o en el Congreso, entre otros muchos temas por el estilo.
¿Cuánta gente se habrá detenido en temas como Meta RD 2036? ¿Cuántos se habrán preguntado cómo involucrarse en lo que nos atañe de cara a ese propósito?
En la misma medida en que nos dejemos escoger y colocar los temas y hasta las valoraciones con respecto a ellos, la democracia se deteriora. En la misma dimensión en que procuremos el valor de uso a lo que ocupe nuestra atención se abre una luz para superar la etapa de operar como una vellonera.