De opinión

El derecho a pensar y opinar, no se negocia

Por: Daniel Santana

¿Hasta dónde se quiere llegar con los derechos humanos en materia de libertad de expresión y difusión del pensamiento?

La Carta Magna de las Naciones Unidas y la Constitución Dominicana consagran ese derecho como sagrado e inviolable. Sin libertad de pensamiento no hay democracia, no hay justicia, no hay patria. Lo que queda es silencio, miedo y sometimiento.

Es alarmante cómo algunos sectores, incluso dentro del mismo ámbito periodístico, pretenden ponerle cadenas a la opinión pública, decidiendo quién puede hablar y quién no. Esa postura no es periodismo: es censura disfrazada, y el pueblo dominicano no debe tolerarla.

No se puede hablar de democracia mientras existan mentes que busquen controlar el pensamiento libre. Los celos, la envidia y el egoísmo no pueden convertirse en herramientas para aplastar a los comunicadores independientes que se atreven a decir lo que otros callan. ¡El pensamiento no se regula, se respeta!

Resulta indignante ver cómo algunos periodistas se enfurecen porque el pueblo prefiere escuchar a voces auténticas, libres, sin compromisos ni mordazas. Les duele que el ciudadano común hable con verdad, mientras ellos repiten guiones escritos desde el poder.

Proponer que solo los periodistas colegiados, puedan opinar o publicar artículos firmados y sellados por el Colegio Dominicano de Periodistas (CDP) es una aberración jurídica, moral y democrática. Es un atentado contra los derechos humanos y una bofetada al pensamiento libre de toda una nación.

Esa idea hiere de muerte el espíritu del periodismo libre. El verdadero periodista no teme al debate de ideas; lo promueve. Porque en la confrontación del pensamiento nace la verdad. Quien busca callar al otro, se declara enemigo de la libertad.

En mis 73 años de vida, dedicados a las luchas sociales, sindicales y democráticas, he escuchado muchas locuras, pero pocas tan peligrosas como esta. Querer limitar el derecho del pueblo a opinar es abrirle las puertas a una dictadura disfrazada de legalidad, donde solo hablarían los que el poder autorice.

El periodismo no es un club privado, ni un título de vanidad. Es un compromiso moral con la verdad y con el pueblo. Quien use su carnet para callar a los demás, ha traicionado el honor y la esencia de la profesión.

Los pueblos necesitan voces libres, periodistas valientes, escritores comprometidos y ciudadanos que piensen, cuestionen y hablen sin miedo. La libertad no se mendiga, se ejerce. Y quien intente limitarla, aunque se vista de profesional, se convierte en enemigo de la patria.

Callar al ciudadano es apagar la conciencia nacional

El pensamiento crítico no es un delito, es un deber patriótico. El que no lo entienda, no merece llamarse periodista, ni mucho menos dominicano digno.

Conclusión: L a libertad no se pide, se defiende

Desde este espacio reafirmo mi compromiso con la libertad, con la verdad y con el derecho sagrado que tiene cada dominicano de pensar, escribir, hablar y disentir sin miedo.

Porque el derecho a pensar y opinar no se negocia… Se defiende con la pluma, con la palabra y con el alma.  danielpuerie@gmail.com

 

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