El Vaticano busca sucesor de Francisco: entre la luz del legado y las sombras del poder
“Oh, Señor, hazme un instrumento de Tu Paz”, San Francisco de Asís

Por: Amín Cruz
EL VATICANO. -La muerte del Papa Francisco ha sacudido los cimientos del Vaticano, marcando un antes y un después en la historia milenaria de la Iglesia católica. Su pontificado no sólo transformó la imagen del papado, sino que reconfiguró el alma de la institución, enfrentando con valentía estructuras enquistadas en el poder, la corrupción y el secretismo.
Francisco fue un Papa que puso el acento en lo esencial del mensaje cristiano: la humildad, el servicio, la justicia social y la transparencia. Su lucha contra la malversación de fondos en la Santa Sede, su firme decisión de llevar ante la justicia al cardenal Giovanni Angelo Becciu —quien fue condenado a cinco años de prisión por corrupción y despojado de sus derechos cardenalicios— son testimonio de un liderazgo comprometido con la ética y la verdad.
Pero su partida deja al Vaticano en una encrucijada profunda, no solo espiritual, sino política. Las viejas tensiones que Francisco logró mantener a raya vuelven a emerger con fuerza. Dos corrientes ideológicas se enfrentan por el alma de la Iglesia: por un lado, la conservadora y tradicionalista, poderosa en recursos y aliada de sectores políticos internacionales; por otro, la línea progresista, inclusiva y social, impulsada por el mismo Francisco y sus nombramientos, pero sin la misma cohesión interna.
Al conservadurismo eclesial se le acusa de haber saboteado avances dentro de la Iglesia, y aún resuenan los ecos de teorías y documentos que lo vinculan incluso con la misteriosa muerte de Juan Pablo I (Albino Luciani). El libro “En nombre de Dios”, entre otros, explora estas acusaciones, poniendo sobre la mesa las luchas de poder que han caracterizado los últimos siglos del Vaticano.
Francisco, en cambio, fue un pastor con olor a oveja, como él mismo decía. Defensor de los inmigrantes, de los niños, de las mujeres, de los ancianos; crítico feroz de la guerra, del capitalismo salvaje, del clericalismo frío. Exhortó a los sacerdotes a salir de los despachos y servir con los pies en la tierra, como San Francisco de Asís, con ternura, justicia y humanidad. El mundo hoy llora no solo a un Papa, sino a un servidor que encarnó el Evangelio con radical sencillez.
En este contexto, se perfilan tres tendencias entre los electores del próximo Papa:
La corriente conservadora y ortodoxa, poderosa, disciplinada, conectada con intereses políticos internacionales y con una red sólida de influencia dentro y fuera del Vaticano.
La corriente progresista, heredera del legado de Francisco, numerosa en cardenales nombrados por él, con una visión de Iglesia abierta, comprometida con los excluidos, aunque no totalmente cohesionada.
Una tercera corriente ambigua y conformista, menos ideológica, más oportunista, que puede inclinar la balanza en función de las negociaciones del momento.
El sepelio del Papa no fue tan solo un acto religioso, sino una cumbre geopolítica histórica de alto nivel. Más de 60 jefes de Estado y representantes de gobiernos estuvieron en el funeral de Francisco, no sólo para despedirlo a su morada eterna, sino también para posicionarse ante el nuevo equilibrio de poder que emergerá del Cónclave. Además, en Santa Marta no solo se honra a un difunto: se reunieron algunos gobernantes presentes y hubo un diálogo entre algunos de ellos -Ojalá que fuera por la PAZ- que el Papa Francisco, tanto luchó.
El gran temor —y la gran esperanza— es que el próximo sucesor de Pedro no sea un simple administrador del poder, sino un verdadero discípulo de Cristo que continúe la obra inconclusa de Francisco. Una obra que puso a la Iglesia de cara al pueblo, y al pueblo en el corazón de Dios.
Quiero concluir, clamando al Espíritu Santo:
Hoy el mundo llora a un Papa que no gobernó desde el trono, sino desde los caminos polvorientos del alma humana.
En el eco de su voz aún resuena el llamado:
“No tengan miedo de ensuciarse las manos por amor.”
Que el próximo sucesor de Pedro no tema caminar descalzo entre los heridos de la historia, que no se deje vestir de oro cuando el pueblo aún sangra, y que no olvide que la Iglesia no es un palacio, sino un refugio abierto en medio de la tormenta.
Como está escrito en el Evangelio según Mateo:
“Por sus frutos los conoceréis.”
El legado de Francisco no puede enterrarse con su cuerpo.
La historia juzgará si la Iglesia eligió a un sucesor de Cristo o a un guardián del poder.
Hoy, más que nunca, el mundo necesita un Papa que escuche el clamor de los pobres, que sacuda las mesas de los mercaderes del templo y que, como Francisco de Asís y Madre Teresa abrazó a los leprosos sin temor.
Que el Espíritu hable en la conciencia de cada cardenal, porque lo que está en juego no es sólo el futuro del Vaticano, sino el alma misma de la Iglesia…
“La vida tiene sentido, incluso en medio del dolor”, Francisco.
Dr. Amín Cruz, CEO presidente, fundador del Congreso Hispanoamericano de Prensa y del Congreso Mundial de Prensa, Padre Embajador del Periodismo Hispanoamericano y Latinoamericano, Diplomático, Historiador, Escritor, Educador, ex director del Periódico El Camino, de la Arquidiócesis de New York.