De opinión

La aceptación de dinero, agasajos, regalos y otras gratificaciones al periodista de parte de su fuente

Por David R. Lorenzo

El ejercicio del periodismo es una actividad que debe contribuir a que exista una sociedad bien informada y una opinión pública responsable y crítica, pero también puede estar lleno de tentaciones que muchas veces procuran condicionar el contenido de las noticias, su calidad, su supresión o su manipulación.

Así que el periodista debe decidir qué camino transitar, el de ejercer un periodismo objetivo, honesto, crítico y combativo, o sucumbir ante las tentaciones, por tener debilidad y encandilarse ante las cosas materiales.

Entre las sugestiones que pueden tentar a este profesional, podemos mencionar el cobro regular o esporádico de dinero entregado a periodistas, locutores, fotógrafos y camarógrafos por parte de las fuentes noticiosas que cubren, que constituye un explícito soborno y un descarado acto de corrupción.

También, están los sobres con dineros que se entregan en ruedas de prensa, inauguraciones de obras del Estado u otros eventos. Por igual, se encuentran los regalos, almuerzos, viajes pagados, agasajos, subvenciones, ayudas, obsequios de boletos para entrar a actividades culturales, artísticas, deportivas o de otras índoles.

Una de las más bajas es la persecución de funcionarios, alcaldes, legisladores, políticos, empresarios y militares, entre otros, de parte de periodistas, falsos comunicadores, o enganchados a comunicadores, para mendigarles dinero o extorsionarlos, degradando a la profesión a la más baja escala de la humillación.

Otra conducta reprochable es la relación del periodista con su fuente, no para mejorar la calidad de las informaciones obtenidas, sino para conseguir tratos preferenciales y obtener beneficios.

En estos casos, hay que tomar en cuenta que hasta simples regalos pudieran distanciar al comunicador de su responsabilidad de informar sin cortapisas, y afectar la credibilidad y objetividad de la información.

Sobre el particular podemos decir que, por regla general, para un periodista honesto, no es admisible aceptar tales cosas, porque de una manera u otra podrían constituir un soborno, condicionar la información y coartar su libertad.

Este periodista debe ejercer la profesión con doble honor, ya que no basta con predicarlo, sino también debe practicarlo, sin que se generen dudas ni cuestionamientos, aunque esto implica vivir con precariedades económicas, y a veces ser criticados por los insensatos.

Ahora bien, aun así, entiendo que, en determinadas circunstancias, si se pudieran aceptar algunas gratificaciones, como, por ejemplo, cuando se obsequian objetos promocionales y 2 de forma pública, almuerzos y transportes de manera colectiva. Por igual, se podrían aceptar regalos colectivos en épocas especiales como las navidades y el día del periodista.

Lo importante es en este caso, es que la intención del patrocinador no procure condicionar la intencionalidad del periodista y no se afecta su criterio, la relación con su medio, ni el producto que va a recibir el receptor de la información.

En definitiva, el periodista honesto jamás debe perseguir gratificaciones indebidas, por muchas necesidades que tenga, porque constituyen sobornos, afectan la calidad de la información, su decoro y conciencia, y constituyen una vergüenza para la profesión.

POS DATA: El autor es periodista y abogado de la República Dominicana, productor del programa de televisión “Libertad de Expresión”, del periódico digital “libertaddeexpresión.net” y de la cuenta en You tuve “liberta de Expresión RD”.

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