Y ahora, ¿qué hacemos con el casabe?
Por Néstor Estévez
En la “Capital del casabe”, como se conoce a Monción, sobran motivos para celebrar en grande. La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) reconoció oficialmente los conocimientos y prácticas tradicionales para la elaboración y el consumo del casabe como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.
Para esta declaratoria, la Unesco tomó en cuenta su relevancia como símbolo de identidad, cohesión social y desarrollo sostenible. Y no es para menos porque se trata de una herencia aborigen que incluye a diversos sectores y dinamiza la economía.
El anuncio de la Unesco muy bien puede quedarse hasta ahí y solo servir para alimentar el orgullo y para que se celebre en grande. Pero también puede -y creo que debe- ser asumido a la luz de los retos y las oportunidades que de ese hito se derivan.
Veamos algunos referentes. Con la declaratoria en beneficio del mariachi mexicano, según la Unesco, el turismo en Jalisco experimentó un crecimiento del 20 % en los años posteriores al reconocimiento, impulsado por festivales culturales y estrategias de promoción turística.
Por otro lado, la declaración de los conocimientos y prácticas tradicionales para elaborar pan de jengibre en Croacia como patrimonio inmaterial reveló la importancia de involucrar a los artesanos y productores en los planes de desarrollo económico. Este enfoque permitió preservar las técnicas tradicionales y aumentar la visibilidad de los productores locales en el mercado nacional e internacional.
Retos para Monción
Monción y todo el territorio involucrado en la industrialización del casabe enfrentan el desafío de evitar que la declaratoria conduzca a una sobre comercialización que, aunque de entrada parezca beneficiosa, podría convertirse en una ola pasajera.
Un reto colateral está relacionado con la infraestructura y capacidad turística. ¿Cuenta la zona con infraestructura que soporte el potencial aumento significativo de visitantes que esta declaratoria suele generar? ¿Cómo están los servicios básicos y las vías de acceso a los sitios de interés? Como es entendible, todo lugar que sobrepasa su capacidad termina deteriorándose, además de la incomodidad que representa para los visitantes y la consecuente referencia negativa.
Otro reto crucial es la participación comunitaria. Hay que garantizar que los productores locales, procesadores y otros aliados de las comunidades se beneficien directamente del reconocimiento. La exclusión puede generar tensiones sociales y deslegitimar los esfuerzos de valorización, con la consecuente pérdida generalizada.
Un cuarto reto está orientado al trabajo en educación y sensibilización. Existe la necesidad de educar tanto a la población local como a los visitantes sobre la importancia del casabe como patrimonio cultural, evitando su reducción a un producto comercial. Incluso para el simple comercio, el hecho de contar con adecuados relatos es clave a la hora de sacar provecho a la declaratoria de la Unesco.
Oportunidades para el territorio
Hay excelentes oportunidades para el territorio. Esta declaratoria de la Unesco es clave para impulsar la diversificación económica. El reconocimiento puede posicionar a la zona como un destino de turismo cultural, promoviendo actividades complementarias como talleres de elaboración de casabe, ampliación de las rutas gastronómicas y festivales culturales.
La declaratoria sirve muy bien, además, para fortalecer la identidad territorial. Este hito refuerza el vínculo del territorio con el casabe, consolidándolo como símbolo de orgullo local y exaltándolo como eje de cohesión social.
Pero esto también abre oportunidad para acceso a financiamiento y cooperación internacional. La propia Unesco y otras entidades suelen apoyar iniciativas para preservar y promover patrimonios culturales. Por esa vía se puede canalizar fondos para proyectos de infraestructura, capacitación y promoción. Por supuesto, hay que evitar que esto se convierta en “manzana de discordia”. Cuidado con querer “matar la gallina de los huevos de oro”.
Finalmente, esta declaratoria abre oportunidad para mejorar la presencia en mercados internacionales. Nuestro casabe ahora cuenta con muy buenas oportunidades para posicionarse como un producto emblemático en mercados gourmet, pero también para descubrir nuevos nichos de mercado relacionados con tendencias globales hacia alimentos sostenibles y con historia cultural.
Cinco líneas de acción ayudarían a obtener el mejor provecho de este hito: diseñar un plan de manejo integral del patrimonio, fomentar la participación de la comunidad, desarrollar infraestructura turística sostenible, promover alianzas estratégicas y fortalecer la educación cultural.
Como dicen por ahí: “Las oportunidades son calvas, y hay que agarrarlas por los pelos”.