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Por: Eilyn Paulina
La lengua española es tan amplia y a la vez tan clara, que el diccionario nos ofrece una gama interminable de sinónimos y antónimos a utilizarse en los modos de comunicación oral y escrita en función del contexto y circunstancia. Partiendo de esta declaración les confieso que llama tanto la atención la insistencia de distintos sectores y hacedores de opinión atribuyendo el calificativo de “inauguración” a lo que realmente fue la habilitación al tráfico de nuevos carriles en la Autopista Duarte.
La Real Academia Española (RAE), describe el significado de habilitar como hacer algo hábil, apto o capaz para una cosa determinada (en este caso para el flujo del tránsito), mientras que inaugurar, significa dar principio a una cosa con cierta solemnidad, celebrar el estreno de una obra, de un edificio, de un monumento, entre otros.
La comunicación emitida por el Ministerio de Obras Públicas y Comunicaciones (MOPC), en el mes de septiembre, fue la habilitación de carriles en la parte superior de la John F. Kennedy y en la intersección con la avenida Gregorio Luperón, para favorecer el tránsito vehicular en un eje tan importante no solo para la ciudad, sino para la conexión con la región Norte del país. De la misma manera, en el pasado diciembre la institución informó la habilitación de dos carriles más para el tráfico local.
Si bien es cierto que la transformación de la autopista Duarte es un gran anhelo para muchos dominicanos por lo que esta representa en términos de movilidad, actividades comerciales y el propio turismo, no menos cierto es que no se trata de 40 kilómetros por decir una cifra, estamos hablando de cientos de kilómetros de carretera desde Santo Domingo hasta Monte Cristi, que se deben intervenir respetando a la ciudadanía y ese respeto amerita que los trabajos se realicen por etapas, de manera que no se paralice el tránsito y que no afecte la seguridad vial.
Seríamos muy pesimistas si ignoramos que la transformación de la citada autopista, es la más grande de la República en cien años y que tramos como los de la entrada de Santiago atestiguan con tanta fidelidad.
También lo seríamos si obviamos la complejidad del proceso que va más allá del asfalto, con el manejo del agua y la reubicación de establecimientos comerciales y rutas de transporte que por años estuvieron en los alrededores del kilómetro 9, además de la readecuación de la infraestructura, tomando en cuenta los aspectos resultantes de los levantamientos técnicos relacionados a la seguridad vial.
Es importante destacar que el término inauguración sí es aplicable para las más de 500 obras que sí fueron formalmente inauguradas y entregadas en todo el territorio nacional, mejorando la calidad de vida de tantas familias e impactando positivamente el desarrollo económico del país en todos sus órdenes.
Por la magnitud de la transformación de la autopista Duarte, desde el momento inicial, el Ministerio de Obras Públicas y Comunicaciones (MOPC), ha mantenido el hilo de comunicación hacia la ciudadanía, describiendo cada etapa del proceso y respondiendo las inquietudes de los medios de comunicación con espontaneidad y transparencia, como también lo hará al momento de “cortar la cinta”.
Es por esto que más que calificar de incumplimiento y vestir de inauguración lo que aún no ha sucedido, debemos sumarnos a la esperanza que trae consigo tan significativa obra y describir lo que ya se ha logrado, que es tan simple de evidenciar con tan solo recorrer dicha arteria troncal u observar los contenidos audiovisuales resultantes de cada avance.