De opinión

El único presidenciable nativo digital y sus ventajas

Por Johnny Arrendel

Luis Abinader está inhabilitado constitucionalmente para ser candidato a una nueva reelección, pero tiene la sartén por el mango y todos dan por sentado que su plan es repetir en el cargo.

Abinader maneja los recursos del Estado, casi ilimitados cuando se sitúan en el contexto de campañas electorales.  Ese poderío influye en el plano proselitista, por la facultad de nombrar seguidores u opositores, pensionar, donar, permutar y recaudar aportes empresariales, entre otras facilidades.  También, tiene atribuciones como las de designar a los jefes militares y policiales, incluyendo al de la Policía Electoral, y peso en la conformación de la propia Junta Central Electoral y todas las Altas Cortes.   Gravita también en la integración de los bufetes directivos de las cámaras legislativas.

Pese a esas premisas, la Fuerza del Pueblo cuenta con el arma para desarticular el plan de Abinader de crear las condiciones que le faciliten permanecer en el poder un tercer periodo más.

La estrategia de Abinader para seguir, pasa por una modificación constitucional que lo habilite y por tácticas de entretención, como fomentar una precampaña presidencial interna en el PRM.   Es un guión ya puesto en escena por Danilo Medina y antes por Hipólito Mejía, lo de propiciar una precampaña interna cuyos aspirantes, en su mayoría, estarían dispuestos a declinar en favor de la reelección.

Hay que recordar que el intento reeleccionista de Mejía para 2004 y la imposición de Gonzalo Castillo en 2019 (por Medina al no poder postularse a un tercer periodo) precipitaron la división de sus respectivos partidos y las consiguientes salidas del poder.

De 2020 a esta parte, el Partido Revolucionario Moderno ha crecido exponencialmente en sus estructuras y su amplia aceptación electoral le acredita como el hegemón del sistema partidista en el país, por ahora.   Pero los proyectos continuistas a largo plazo necesitan algo más que simpatizas y de un aparato político fuerte que lo sustente.

Los pueblos suelen conceder una licencia social a los presidentes primerizos, a quienes les resulta relativamente fácil obtener la aprobación popular para un segundo periodo, a menos que hayan propiciado un desastre absoluto (caso Hipólito Mejía entre 2000 y 2004).

Joaquín Balaguer, de 1966 al 78, y Leonel Fernández-Danilo Medina, entre 2004 y 2020, pudieron redituar a sus partidos por más de dos períodos consecutivos y una de sus claves fue mantener dividida a la oposición.  Lograr fragmentar a los adversarios de mayor potencial y en paralelo garantizar la unidad interna fue un factor que Balaguer no pudo manejar en 1994, cuando Fernando Alvarez Bogaert y su grupo se fueron de su lado y se aliaron con su rival, José Francisco Peña Gómez.

La división del PRSC en 1994, entre otros elementos, ayudó a Peña a impedir que Balaguer validase otro tercer periodo consecutivo.  El líder colorado tuvo que negociar acortarlo y aceptar que se convocara a nuevas elecciones en 1996, sin él como candidato.

Hipólito Mejía prácticamente expulsó a Hatuey Decamps, quien fungía como líder moral del Partido Revolucionario Dominicano y fue un contrario radical al reeleccionismo. Hatuey firmó así otra división, al fundar el Partido Revolucionario Social Demócrata.

Danilo Medina puso todo su empeño y recursos a mano para desde el poder impedir que Leonel Fernández fuese candidato presidencial por  nueva vez del Partido de la Liberación Dominicana y eso también llevó a la división de la entonces entidad oficialista.

De modo que Abinader, aún con las ventajas que le da el poder y con herramientas disponibles para mantener a la oposición dispersa, también tiene uno que otro handicap.   El principal escollo es que la ciudadanía dominicana no es dada a endosar por peso muerto a un mandatario que pretenda asumir un tercer periodo de manera consecutiva. Por lo regular, en esos intentos llegan de manera precaria, si es que lo logran.

Sin embargo,  una eventual candidatura de Abinader en 2028 proyectaría grandes posibilidades de triunfo si sus principales rivales son Leonel Fernández, Danilo Medina y más aún si finalmente, Abel Martinez, pasado candidato del PLD, sale y se postula por otro partido.   Estaríamos hablando de que el espectro opositor jugaría en favor de Abinader, al estar fragmentado en tres polos.

Es posible que dentro de las reformas que Abinader ha planificado para los próximos meses, se encuentre la de rebajar desde un 50 a un 40 por ciento el porcentaje mínimo para ganar las elecciones en primera vuelta.

La Fuerza del Pueblo, partido que dirige Leonel Fernández, presenta, empero algunos factores que potencializan sus posibilidades de triunfo en 2028.  El primero es que con cerca de un 30% de los votos obtenidos en los comicios pasados el partido y su líder quedaron validados como cabezas de la oposición política en el país.  Segundo factor  es que tiene definida su candidatura presidencial para 2028 de manera diáfana y sin traumas a la vista, pues la encarna su líder, Leonel Fernández.

No es el caso de los demás partidos fuertes del sistema. Tanto Abinader como Danilo necesitan de que la anunciada reforma constitucional les habilite y eso para el actual jefe del Estado conllevaría un sustancial costo político. Danilo, no sólo requiere de ser habilitado, sino que es cuestionado dentro del PLD por sectores de fuerte arraigo. Más que como potencial candidato, piden su remoción como presidente del partido.

Aún hay más favorabilidades para Fuerza del Pueblo. Resulta que la definición de su candidatura presidencial es de doble vía y aunque parezca contradictorio esa es la verdadera ventaja.  La doble vía consiste en que en la FP, tanto podría ser el proximo candidato presidencial Leonel Fernandez como el senador electo por la Capital, Omar Fernández.

Si es postulado a la Presidencia, Omar Fernández desarticularía de plano las propuestas del PRM y del PLD, si eventualmente van como sus candidatos respectivos Abinader y Danilo.

Un presidente insistente en adjudicarse un tercer periodo, después de modificar la Carta Magna en su provecho así como un Danilo que vendría desde la jubilación electoral, la tendrían muy difícil contra el joven exponente.

Omar Fernández es el único político macro en la República Dominicana que es auténtico nativo digital, por lo que tiene la habilidad innata de manejar el lenguaje y el entorno de las nuevas tecnologías y de las redes sociales.  No hay otros exponentes con esa característica que permite conectar con las audiencias masivas de manera horizontal.

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