¿Sigues a Duarte o eres santanista?
Por Néstor Estévez
Cuentan sobre un joven que, al finalizar su adolescencia, emprendió un viaje para ampliar sus conocimientos, su visión del mundo y sus posibilidades de incidir en los cambios que necesitaba la sociedad en la que nació.
Según relata una hermana suya, durante el primer tramo del viaje, el capitán del buque en donde iba lo ofendió al decirle que ni él ni sus padres tenían nombres porque eran esclavos. Dicen que esas palabras causaron una mezcla de rabia y vergüenza en el joven, a tal punto que juró luchar de manera incansable por el honor y la libertad de su patria.
Pero dicen que, así como le “martilló” lo expresado por el capitán del barco, mucho más lo estimuló lo que pudo observar en Europa. El inquieto jovencito quedó maravillado por las ideas liberales, ideas que fue articulando y compartiendo hasta echar a andar sus sueños.
Diversos historiadores recogen un episodio que da soporte a todo eso que se dice. Es la conversación entre Juan Pablo Duarte y el padre Tomás Portes, luego de que el primero regresara de su periplo. A la pregunta del padre, sobre lo que más le había impresionado del viaje, la respuesta fue: “Los fueros y las libertades de Cataluña”. Esos fueros hacían justamente alusión a la autonomía municipal, como conjunto de derechos concedidos a un territorio, ciudad o persona.
Como es sabido, las ideas duartianas tuvieron que interactuar con las de un hombre que pertenecía a otra generación. Aquel hombre, aunque también se oponía al régimen de turno, tenía otra manera de observar, entender y ejercer liderazgo. Más que fueros y libertades, aquel hombre prefería artimañas para dirimir las diferencias y tenía una especie de pasión que llegaba a niveles patológicos por tener el poder en sus manos.
Pero aquel hombre fue mucho más allá de simples artimañas y pasión por el poder. Aquel individuo, además de que manipuló para salirse con las suyas, fue capaz de sitiar el lugar en donde se elaboraba la primera Constitución. Lo hizo para que a él se le garantizara todo el poder que anhelaba.
Aquel sujeto “celebró” el primer aniversario de la patria fusilando a una de las mujeres que habían confeccionado la primera bandera dominicana. Santana siguió fusilando patriotas, declarando “traidores” a Duarte y a su familia, enviándolos al exilio y vendiendo la República Dominicana.
Todo esto conviene recordarlo, principalmente ahora, cuando nos abocamos a escoger a quienes dirigirán por los próximos cuatro años los estamentos de poder más cercanos a la ciudadanía.
El domingo 18 de este mes, casi diecisiete mil centros de votación serán escenario para escoger entre quienes aspiran a gobernar en los distritos municipales, en los municipios y el Distrito Nacional de la República Dominicana. Incluso, para quien de verdad quiera inspirarse en Duarte y el tema de los fueros, existe oportunidad para escoger a ediles de manera directa.
Eso sí, en estos días, como en cada campaña, circula de todo. Desde simples chismes hasta mentiras, algunas muy bien elaboradas, son “pan de cada día” en diversos escenarios. No es raro encontrarse con casos que superan al del cuento del candidato que, habiendo prometido puente en donde no había río, se comprometió a construir uno.
Lo que no resulta común es encontrar a alguien que aspire y se refiera a temas que, de dicho, son responsabilidad del estamento de poder más cercano a la ciudadanía. Sobra gente hablando de autonomía municipal, pero prefiere “recostarse” a las disposiciones del Gobierno Central. Pululan aspirantes que no alcanzan a ver más allá de “lo del ayuntamiento es recoger basura”. Y no sería raro que lo que realmente quieran sea recoger otra cosa.
Aunque “dibujen pajaritos en el aire”, ¿quiénes, como Duarte, tendrán el foco puesto en mejoría y agilidad de los servicios públicos? ¿Cuántos habrán construido consensos atendiendo a los futuros deseados y posibles de sus respectivas demarcaciones? ¿Cuántos están defendiendo propuestas que impliquen atender el día a día mientras se avanza al futuro consensuado?
La manera como actúes, de cara a escoger a quienes han de representarnos en el estamento estatal más cercano a las personas, será contundente evidencia de si sigues a Duarte o si eres santanista.