Costumbres mortuorias del pueblo dominicano en la región sur (I de II)
n el libro Cultura popular e identidad nacional, de Dagoberto Tejeda Ortiz, dice que “la concepción de la muerte y los rituales de esta forman parte de la visión del mundo, del hombre y de la historia, es una expresión particular de su cultura”
Hablar de costumbres, es referirse a los hábitos que se adquieren por la práctica tradicional y frecuente de ciertas actividades.
Se trata de un componente cultural, un comportamiento asumido en forma individual por los integrantes de una comunidad en su conjunto, que se transmite de generación en generación y permite distinguir a las distintas comunidades de la sociedad.
La muerte es algo que no se puede evitar, tal y como señala Dagoberto Tejeda Ortiz en un artículo publicado en el periódico acento.com.do del día 18 de noviembre del 2022, donde señala que “la muerte es una realidad individual y colectiva que afecta a todos los seres vivientes en cada sociedad, la cual entre los seres humanos asume una expresión diferente en función de la cultura, las creencias religiosas y el contexto rural-urbano’’.
De la muerte nadie se salva, y para algunos, este es el fin, la conclusión de la existencia, cuyo destino va a depender de su comportamiento en la tierra, teniendo dos opciones, el cielo o el castigo divino, el infierno.
Sin embargo, para otros, “el morir es nacer de nuevo”. Mientras que algunos piensan que “es sencillamente la conclusión de una existencia donde todo terminó, sin ninguna trascendencia sobrenatural y por eso muchos dicen ¡Hasta siempre!”, apunta Dagoberto Tejada.
(Ver artículo en el periódico Acento.com del 18 de noviembre del 2022).
En el libro Cultura popular e identidad nacional, de Dagoberto Tejeda Ortiz, dice que “la concepción de la muerte y los rituales de esta forman parte de la visión del mundo, del hombre y de la historia, es una expresión particular de su cultura”.
(Ver obra citada en la página 68).
A pesar de que la muerte se da en todo el mundo, es decir, es un acontecimiento universal, en cada pueblo, se materializa de manera diferente. Todo va a depender de las costumbres, valores, significados y códigos que los identifican.
Con el paso del tiempo, las costumbres se van adaptando, es también el caso de las “costumbres mortuorias”. Antes, enterrar un cuerpo, era casi como un acto solemne, sin embargo, hoy día, esto ha ido cambiando, por lo menos en algunos barrios de Santo Domingo.
Se han presentado casos, donde la sepultura se ha dado en medio de tragos, bailes, música, rap, hip hop y dembow. El psiquiatra José Miguel Gómez, explica en el artículo “Las mil caras de la muerte en República Dominicana” publicado en la versión digital del periódico “Diario Libre”, del día 2 de noviembre del 2017 que “es un ritual de los barrios marginados que buscan celebrar la muerte de una manera diferente para llamar la atención y obtener reconocimiento y validación social”.
Persiguen establecer la diferencia, aunque de una manera inadecuada que se aparta de los valores y la cultura que tiene el país sobre la simbolización de la muerte”.
Dagoberto Tejeda manifiesta también que hasta 1931 el velorio en las casas era el método usado por ricos y pobres en República Dominicana para pasar el último momento con su ser querido antes de darle sepultura. En ese año, Atilano V. Blandino fundó la empresa A. V. Blandino como una compañía funeraria que se ocupaba de trasladar todo lo necesario a las casas de las familias para los velatorios.
Hay una filosofía que dice que los difuntos se convierten en ancestros, con capacidad para influenciar a los vivos y viceversa. Por eso en la cultura popular dominicana, existen ceremonia y rituales, como los nueve días, los cabos de año, las estelas mortuorias; por la creencia de comunicación entre los vivos y los muertos.
Para descubrir al pueblo dominicano hay que conocer las intimidades de sus creencias, de su visión del mundo, de su filosofía de la vida, cuyas expresiones se van transformando por los procesos de urbanización y de modernización.
Una juventud marginada, acorralada, no pueda realizarse en una sociedad como la nuestra, que entierre a sus muertos con música y tragos, que incluso participe en sus rituales con los muertos, no es una violación al “campo santo”, a las “buenas costumbres”, sino que es una respuesta contestataria de ruptura, de protesta contra lo establecido, en una sociedad para ellos, de mentiras, de hipocresía, de falsedades, de promesas incumplidas, en realidad, es crítica social de reafirmación de su vida.
La antropóloga, Tahira Vargas, en un artículo publicado en el periódico Acento.com.do del 3 de abril del 2018 dice: “Entender cómo muere nuestra gente en los barrios y en los campos, como vive la muerte y cómo la celebra nos ayuda a tener parámetros distintos de este fenómeno, reconociendo su diversidad. Así como algunos de los arreglos sociales que permean su cohesión social”.
Costumbres mortuorias del pueblo dominicano en la región sur
Al hablar de las costumbres mortuorias de la región sur, abarca muchos pueblos que son parte de la región sur. De manera particular, me senté junto a doña “Chachita” (como cariñosamente le dicen), quien es una señora que nació y creció en Neyba, y, de manera natural, comenzó a narrar las cosas que realizan cuando una persona fallece.
Inició señalando que, al morir una persona, dependiendo de donde muera, si es en la casa o el hospital se iniciarán los rituales del mortuorio. Inmediatamente muere, lo primero que hacen es llamar a la vecina, a la amiga y a los familiares cercanos.
Si muere en el hospital, toda la familia, amigos y conocidos van a la casa donde residía el muerto, ahí ayudan a la viuda, hijos y familiares cercanos, a prepararse para la llegada del cuerpo y su posterior velatorio.