Estilo de vida

Disforia poscoital: por qué te sientes triste después del sexo

Sobre este problema, que no se considera un trastorno, se ha investigado poco. Según una revisión reciente, la DPS es entendida como un desorden psicológico

Tristeza, angustia, anciedad… Son los síntomas que experimentan algunas personas después de practicar sexo. Así, el placer se sustituye o se transforma en una serie de efectos anímicos que llevan a quienes los sufren a evitar las relaciones sexuales. El conjunto de estas emociones constituye lo que se conoce como disforia poscoital sexual (DPS).

Sobre este problema, que no se considera un trastorno, se ha investigado poco. Según una revisión  reciente, la DPS es entendida como un desorden psicológico. A pesar de que no se conocen datos acerca de su prevalencia, sí se sabe que puede afectar tanto a hombres como a mujeres. “Las personas que padecen DPS pueden llegar a sentirse agitadas, ansiosas, melancólicas y molestas después de tener relaciones sexuales consensuadas e, incluso, pueden llegar a desarrollar miendo  a ser abandonada ”, subraya el citado estudio.

Las hormonas suelen ser las responsables que se esconden detrás de la disforia poscoital. En concreto, la endorfina, la serotonina o la dopamina son parte de ese torbellino de hormonas que se libera con el orgasmo  y que se relaciona en gran medida con esa sensación de bienestar y de placer sexual. Claro que, al igual que una montaña rusa, todo lo que sube, baja. Y es precisamente en ese momento de “bajón hormonal” cuando la DPS puede aparecer.

No obstante, el estrés o la ansiedad también pueden ser causantes de estas emociones negativas después del sexo. En este sentido, una investigación publicada en la revista Sex & Marital Therapy concluyó, a través de encuestas realizadas a 1.200 hombres, que muchos de los participantes experimentaron más a menudo disforia postcoital en momentos de estrés, ansiedad o depresión.

Síndrome de enfermedad posorgásmica 

En ocasiones, la disforia poscoital solo es un conjunto de síntomas que se engloba dentro de una patología mucho más compleja conocida como el síndrome de enfermedad posorgásmica (POIS), relativamente rara. “El trastorno postorgásmico lo que plantea básicamente es que pueden aparecer síntomas muy variados, tanto emocionales como físicos, justo en el momento después del orgasmo o, incluso, días después”, explica a CuídatePlus Francisca Molero, presidenta de la Federación Española de Sociedades de Sexología (FESS).

La experta detalla que la causa de este síndrome “se atribuye a que pueda haber una especie de alergia a uno de los componentes del líquido seminal o del líquido prostático. Por eso, es muchísimo más común en los hombres que en las mujeres”. Entre los síntomas físicos provocados por esta enfermedad, la especialista señala:

  • Sensación de gripe.
  • Fatiga extrema o agotamiento.
  • Debilidad de la musculatura.
  • Cuadros de fiebre o sudoración.
  •  Congestión nasal.
  • Lagrimeo.
  • Picor de ojos.

En concreto, todos estas manifestaciones, que pueden ir seguidas de secuelas mentales como la disminución de la concentración e irritabilidad, se producen inmediatamente o pocas horas después de la eyaculación derivada del coito o de la masturbación. La mayoría de ellos se prolonga entre 2 y 7 días.

Tal y como apunta una reciente revisión sobre el tema, el POIS afecta negativamente la vida de los pacientes “al limitar los encuentros sexuales, amortiguar las perspectivas románticas, crear luchas internas para evitar el erotismo y afectar los horarios de los pacientes”. Esta enfermedad fue descrita por primera vez en 2002, cuando los investigadores Waldinger y Schweitzer publicaron los casos de dos hombres que presentaban síntomas como dolores musculares, fatiga y calor intenso. Estos se manifestaron después de la eyaculación y persistieron varios días.

Molero comenta que es muy raro que estos episodios sean primarios, es decir, no aparecen en la primera eyaculación, sino más adelante y posiblemente “por una sensibilización tardía”. Acerca del tratamiento, la presidenta de la FESS apunta que este tiene que ser individualizado y que, además de recurrir a terapia, “a veces a estos pacientes se les trata con antihistamico, antidepresivos y ansiolíticos”.

Como ya se ha mencionado, poco se ha investigado sobre este síndrome, por lo que los autores de la revisión citada esperan que “a medida que los signos y síntomas de POIS se describan bien en la literatura, se espera que más pacientes busquen evaluación y tratamiento médico”.

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