La infidelidad masculina: una problemática normalizada en la actualidad

Por: Glenny Pérez
La infidelidad es vista como una problemática social, ya que viola normativas sociales y la exclusividad de la relación primaria. También amenaza la estabilidad emocional y física de los individuos que la experimentan, de una o todas las partes.
Algunos autores conservan teorías relevantes sobre este tema.
Espinoza (2014) explica que la infidelidad es una situación dañina para quien la sufre, la cual suele ser cuestionada y juzgada por la sociedad. Sin embargo, esta conducta se ha empezado a normalizar en nuestro entorno. Esto no implica su aceptación.
Zuckerman (1979) enfatiza que algunas personas pueden ser infieles debido a una necesidad innata de novedad y excitación. Esto puede estar relacionado con la búsqueda de nuevas experiencias y la evitación de la monotonía en la relación.
Adams (1965) sugiere que las personas buscan equilibrio y justicia en sus relaciones. Cuando perciben un desequilibrio emocional, de esfuerzo o recompensa, pueden inclinarse hacia la infidelidad como una forma de restaurar la equidad.
Otros autores coinciden en que la infancia es un factor determinante, ya que los niños expuestos a la infidelidad de sus padres pueden repetir este patrón en la adultez.
El varón suele buscar un lugar de refugio emocional, una figura que lo pacifique y alimente su ego, reforzando una visión errónea de su hombría.
La amante es un recurso que el varón utiliza para justificar sus carencias. Este recurso actúa como amparo para no admitir su responsabilidad en los conflictos de la relación primaria. Busca encajar en el prototipo social, proyectando una falsa identidad.
Después de una traición o infidelidad, es muy difícil reconstruir la confianza. Una relación sana se basa principalmente en la confianza, y si esta ha sido vulnerada, su recuperación es compleja.
Quien sufre la traición atraviesa un duelo profundo. La pérdida de confianza es total. Los fantasmas del pasado sobrevuelan incluso en los días buenos. Puede que la herida no sangre, pero duele y no cicatriza por completo.
En los casos extremos donde la infidelidad incluye hijos procreados fuera de la relación, el duelo se intensifica, generando depresión, ideación suicida, baja autoestima, ansiedad y traumas. El varón infiel, muchas veces, no comprende la magnitud del daño causado, ya que normaliza el acto y espera comprensión.
Debemos enfatizar que la infidelidad es un duelo para quienes la sufren. Seamos empáticos y ofrezcamos acompañamiento emocional saludable.
Cada uno percibe según su capacidad emocional. Siente según sus heridas. Cada conflicto, historia y recuerdo es único, personal y distinto.
La autora es licenciada. en Psicología.